martes, 23 de mayo de 2017

El niño


Recuerdo, me veo,
soñar que blando la Espada del augurio,
y con ella,
veo más allá de lo evidente,
igual que León-O.

Después despierto,
y no quiero abrir los ojos,
para no aceptar que,
a lo sumo,
la espada será de plástico,
el ojo de Thundera una calco,
y que ya no puedo regresar al sueño.

A veces despierto y siento lo mismo,
pero hoy creo en los poderes,
que,
por el momento,
uso cuando sueño.

esbozo de reseña

"Y por ahora sólo vas a saber de un dios, ¿está claro?", comienza este cuento donde, condicionada para un monoteísmo, a La estudiante de álgebra le hablarán, recién cerca del desenlace, de más dioses.
  -viven en los demás planetas...

Es mejor que no se sepa, dirá la protagonista en un momento (finalmente convencida de gran parte de lo que le dan a saber).

martes, 9 de mayo de 2017

Reseña de Un perro y los Hardmann, por Eduardo Escalante

   El desarrollo de los núcleos familiares se ha ido complejizando y no sólo por el efecto de las tecnologías digitales, sino que en general por la dinámica de desapego de las tramas culturales. Las expectativas de padres e hijos no necesariamente convergen. Hay matices que alcanzan los límites del desaliento y el proceso de incomprensión y la generación de reacciones impulsivas que dificultan más las cosas. Esta es la línea argumental del cuento “Un perro y los Hardmann”. 
   El narrador, con simpleza argumental, va exponiendo el hilo de la historia. La novedad está en el desenlace inesperado, previo a comentarios clásicos sobre las lealtades íntimas, de aquello que no se puede nunca, buscar un sustituto a un miembro de la familia, en este caso al hijo. Pero el vínculo con el animal está fuera de discusión, el problema está con el ser humano (el padre); en su docilidad,el perro sigue al amo sustituto. 
   El cierre de la historia está muy bien logrado para una historia contemporánea que muchos viven día a día: el desapego y la incomprensión de las partes con falta de empatía, dado el predominio de la pulsación del orgullo. Se confirma una vez más lo que cuesta el “otro” y la dificultad de salir de las tendencias egocéntricas propias, incluso en ese espacio donde se esperaría una “ética cordial”, un predominio de la emoción por sobre la razón. Eduardo Escalante.

http://www.resonancias.org/article/read/1558/un-perro-y-los-hardmann-por-juan-pablo-gonzalez/