El tema de un texto
literario, sugiere entre otras cosas, un título determinado. Para que ocurra,
es aconsejable pensar ese título tras el final. Si se lo elije antes de
comenzar nuestro escrito, durante el nudo, o incluso sobre el desenlace, el
impacto del texto en sus lectores, nunca será el mismo como al titularlo cuando
se lo acaba.
Un escritor elige el
tema para un cuento y se dispone a redactarlo. Asesinato. Acto seguido,
comienza a imaginar el móvil. Una venganza. Probablemente, en la raíz misma de
la trama, lo tentaría la necesidad de colocarle un nombre. Si el escritor cede
a este impulso, limitaría, prematuramente, el horizonte de su perspectiva.
Un tratamiento desde
el género policial ya no cabría, si por entonces algunos títulos como La
infiel son tentativas durante el proceso, porque una pista así (a menos que
el autor busque desviar la atención del lector hacia algo meramente distractor,
sólo para confundirlo y que después haya sorpresa) influiría con facilidad para
que la trama se encuadre más bien dentro del drama. El héroe, así, bajo una
crisis, indagaría, la interrogaría, la abandonaría, se vengaría, la castigaría.
La elección prematura
del título no nos ha desviado del tema, que era la muerte, ni del conflicto, el
crimen pasional, pero recién nos permitió expresarlos ya por la zona de los
desenlaces, y ahora nos exige rematar nuestra historia con el crimen mismo o
cerrarla justo antes. Pero ya no sería viable, al menos dentro del cuento,
traspasar esos umbrales.
Si el título no
hubiese condicionado fatalmente nuestro relato, podríamos haber partido desde
el crimen pasional, aprovechándolo, solamente, como disparador. Luego, el nudo
se podría haber alimentado de una trama
policial. Y por fin, el héroe de nuestro relato podría arrepentirse, o volver a
cometer el crimen, con el oscuro fin de multiplicar la venganza, suicidarse,
etcétera.
No cometeremos la
imprudencia de afirmar que los desenlaces de este segundo conjunto son más
conmovedores que los del primero. Simplemente hemos tratado de comprender el
poder que tiene el título en una obra literaria. Ahora, sería lícito buscar un
título para este texto.
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